Gaby
Me perdí en la noche...
Yacía boca arriba en la cama, con los ojos abiertos y el alma en penumbra, escrutaba minuciosamente cada centímetro del pequeño habitáculo en el que se encontraba.
Buscó la cajita de madera italiana, en la que solía guardar algunas cosas...revolvió el primer cajón de la mesilla...
Encendió la luz y, advirtió una flores colgadas del techo. No le gustaban las flores colgadas del techo. A ella le gustaban las rosas rojas que con tanto esmero cuidaba. Tampoco encontró el reloj de pared que tantas horas le cedió, el que marcó sus días con melodía de amante. ¿Qué había sucedido? ¿A santo de qué las flores colgaban del techo?
La mujer, había sido la mujer del pelo rojo, la que le traía un mísero café y se comía su madalena, la misma que le había quitado el bolso, los zapatos de tacón, sus cremas...Era una mala mujer, por eso la tiraba a la piscina y le toqueteaba el cabello, para que se ahogara y quedarse con sus cosas...¡Mala pécora!
El rostro de la niña, familiarmente irreconocible, llenaba de nostalgia sus soledades, quiso pronunciar su nombre...guardó silencio. Sabía que tenía una niña y aunque a veces lo dudara, algo en su interior le decía que ésta no era la suya.
La del pelo corto hablaba menos, pero tenía la manía de acostarse en su cama, se acurrucaba a su lado y la abrazaba, entonces ella sonreía, no estaba segura del porqué pero le gustaba tenerla cerca. ¿Dónde estaba, holgazaneando como la del pelo rojo y el de ojos azules?
El hombre de ojos azules no era de fiar, en una de sus incursiones nocturnas le había visto en la cama de su madre, la apretaba tanto que ella se había desmayado. El muy rufián dormía a pierna suelta, mientras su madre...Corrió hacia la puerta para pedir auxilio, se había encasquillado, cuando consiguió abrirla se encontró con un montón de vestidos y cajas de zapatos en el descansillo. Había sido cosa suya, sólo a él se le podían ocurrir tales extravagancias.
El hombre de ojos azules no era de fiar, en una de sus incursiones nocturnas le había visto en la cama de su madre, la apretaba tanto que ella se había desmayado. El muy rufián dormía a pierna suelta, mientras su madre...Corrió hacia la puerta para pedir auxilio, se había encasquillado, cuando consiguió abrirla se encontró con un montón de vestidos y cajas de zapatos en el descansillo. Había sido cosa suya, sólo a él se le podían ocurrir tales extravagancias.
Menos mal que el otro no era tan excéntrico. Él la miraba a los ojos y sonreía mientras le acariciaba la mano; su voz dulce y cálida le trasmitía paz. Pero tenía la extraña costumbre de inventarse palabras, "mamá" debía de gustarle por lo mucho que la repetía, ¿o tal vez fuera un nombre nuevo? ¡Pobre hombre, mira que ponerle Mamá!
Ella sólo recordaba un nombre, cada vez que lo pronunciaba, Mamá le preguntaba dónde estaba él...y la mujer, sin responder, le hablaba de "la fiesta" A ella le gustaba recordar aquella fiesta tan bonita, la cantidad de centros de flores que le habían mandado sus amigas, la de gente que había acudido a felicitarla...Todos muy amables diciéndole cosas, dándole besos, hablando del hombre cuyo nombre recordaba.
"La flor del olvido se aleja cantando, y ese olor que en presente tuvimos, arropando las horas y dando calor, se marcha despacio...sin darnos un beso, sin decirnos adiós"
Cecy n0s guía esta semana
Ella sólo recordaba un nombre, cada vez que lo pronunciaba, Mamá le preguntaba dónde estaba él...y la mujer, sin responder, le hablaba de "la fiesta" A ella le gustaba recordar aquella fiesta tan bonita, la cantidad de centros de flores que le habían mandado sus amigas, la de gente que había acudido a felicitarla...Todos muy amables diciéndole cosas, dándole besos, hablando del hombre cuyo nombre recordaba.
"La flor del olvido se aleja cantando, y ese olor que en presente tuvimos, arropando las horas y dando calor, se marcha despacio...sin darnos un beso, sin decirnos adiós"
Cecy n0s guía esta semana